jueves, 25 de julio de 2013

Transcripción del borrador del discurso de despedida de Enriqueta Compte y Riqué (1942)

Enriqueta Compte y Riqué
(1866-1949)

Asombrada de mi misma que nunca pude, sin contener lágrimas, pensar en el retiro de mi escuela, por sencillo, por silencioso que imaginara el acto inevitable de la despedida, frente al gran homenaje de que soy objeto, estoy, como lo veis, firme y serena.Es que la conciencia me dice que no debo ver en tan hermosa demostración de reconocimiento, la prueba de méritos exclusivamente míos, aunque sólo se invoque mi nombre en este día; que el acto responde al deseo inquieto que tienen los nobles sentimientos de exteriorizar sus latidos, siempre que puedan, para agregar nuevas notas a la grandiosa armonía de la fraternidad universal. En verdad es así; porque yo, gracias a dotes de salud y a condiciones de carácter que recibí con la vida,  libre de grandes obligaciones de mujer que no me quiso imponer el destino, haya podido hacer la marcha  más larga en el camino por donde avanza el único ejército que lucha por la conquista de la verdadera paz, no he de creer que solo a mi pertenezca la rica copa de triunfo con que hoy me obsequiáis.

No obstante, de vuestras manos la recibo, orgullosa y aún más que orgullosa; agradecida por el cariño que significa; orgullosa, por la representación que me atribuyo; de los maestros que tienen conmigo el derecho de poseerla, de los que quedan atrás a pocos o muchos pasos del último que ha sido mío; de los que aún pueden, como yo, desde afuera agregar al bien común de la vida, el producto de actividades libres y de los que ya no pueden hacerlo porque se perdieron en el horizonte del más allá; en fin, de todos los que comulgaron la verdad en la sala de clase con sus niños, sin dejar ningún recuerdo de la influencia que tuvieron en la dirección con la sugestión de la palabra, de la voz, del gesto, de la mirada, de la seriedad, de la sonrisa. Ahora, ¡rarezas de la sinceridad! ¡Después de haber parecido modesta, voy a parecer vanidosa!

Señor Director de Enseñanza: En este momento solemne voy a daros cuenta –pensaba cumplir con el deber más adelante en amplia exposición escrita; antes no pude hacerlo– de que, simultáneamente con el Jardín de Infantes, desde el 10 de Marzo de 1892 ha funcionado un Laboratorio de Psico–Pedagogía, que conviene poner en relación con sus similares del extranjero, al mayor de los cuales le duplica la edad. Ese instituto nacional que empezó por imponer el estudio individual del niño, creando la Biografía Escolar, fue alentado en sus primeros ensayos por centros de cultura de Europa y Norte América, adonde llegaba noticias de ellos, por las publicaciones oficiales que hacía el Boletín de Enseñanza Primaria del Uruguay. 

Desde 1897 sus trabajos continuaron haciéndose tesoneramente, sin interrupción, año por año, pero en silencio; por eso, las autoridades nunca pudieron tener conocimiento de la totalidad, que para la explicación se hacía cada vez más compleja. En 1899 dio carácter científico al tipo de las biografías que hasta entonces había sido de observación simple. En 1901 buscó nuevas vías de procedimiento para la investigación psíquica; y así fue cómo, cuando 6 o 7 años más tarde, el mundo pedagógico se revolucionó con la escala métrica de Binet Simón, sobre la base con que contaba, pudo estudiar los problemas derivados de lo que se ha llamado edad mental, sin desfigurar el triángulo que simboliza la unidad del alma. En 1932, fuisteis vosotros queridos discípulos y colegas, quienes en un gesto de cariño grande como este que recibo hoy, hicisteis aparecer en Lecciones de mi Escuela, algunos apuntes de los que guardan como esencias de vida las cajas de cartón que son preciosos cofres de mis recuerdos.

La existencia de los documentos que llevan el peso de medio siglo, está anotada en el inventario que presenté conjuntamente con mi renuncia del cargo de Directora de este establecimiento; pero el alma que palpita en ellos requería una ocasión especial para revelarse. El destino ha querido que fuera esta. Sr. Director: Espero vuestra autorización para extraer de los papeles que ya no son materialmente míos, las ideas que pienso divulgar interesando a la vez a las maestras que aspiren a ser mis sucesoras. Hay que conservar el privilegio que sobre sus inevitables deficiencias tiene ese Laboratorio, de no haber destrozado nunca con el escalpelo del análisis la función íntegra del espíritu; de haber ideado tests de sentimiento para darles el mismo valor que a los de inteligencia; haber llevado sus indagaciones al terreno de la aplicación inmediata en lo posible; y haber contado desde el año 1900 en que se completó la ampliación que distingue este Jardín de los demás, con el cuadro completo de vida que en orden cronológico se desarrolla desde la edad de tres años hasta la de diez. 

Con motivo del último viaje que hizo a América María Montessori, a fin de cambiar ideas respecto a estas cuestiones con la autora de Antropología Pedagógica, me entrevisté con ella en Buenos Aires, presentada por el Consejo que presidía el Dr. Eduardo Acevedo. Tuve entonces la satisfacción de ir de labios de eminente médica-pedagoga, que era preciso enviar al otro hemisferio los datos de que le daba cuenta, para lo que me ofreció su apoyo espontáneamente. Por desgracia, ahora que con independencia de obligadas tareas, puedo dedicarme a ese trabajo, la ruta abierta por Solís, más de cuatro siglos atrás, está cerrada. Sin embargo, mantengo la esperanza de poder restablecer mi honrosa relación con la gran maestra dei bambini. Me urge explicar como he podido enaltecer tanto una obra mía, después de haber declarado que todos mis méritos, en injusticia, deben ser repartidos con los del Maestro Desconocido.

La iniciativa a que acabo de referirme, como todas las que pertenecen al Jardín de Infantes de Montevideo, me fueron sugeridas hoy por la Libertad, cuya efigie pudo ponerse en el frente de esta escuela, desde que se consideró colocada su piedra fundamental. Cuando al proponer el plan concebido por mí, hice comprender a mis superiores, que no deseaba hacer copia de ninguno de los moldes que había visto en Europa, sino obra con lo que ellos me habían sugerido, la Inspección Técnica que se hallaba a cargo del Sr. H. Figueira, aconsejó que técnicamente se me dejaba libre y así fue como pude gozar una dicha que hubiera querido ver reír en todas las escuelas como ha reído en la mía, por lo que he pugnado en mis conferencias siempre que me ha sido posible. Esa libertad nunca me impidió respetar el orden administrativo. Los inspectores pudieron darse cuenta de ello en todo momento. Jamás sentí la presión de un programa; pude modificar procedimientos siempre que los resultados me lo aconsejaban. Así, con la frescura diaria de una vida siempre nueva, como pasé 50 años en el Jardín pude pasar 100, si el curso del tiempo me lo permitiera. Nunca sentí fatiga ni desaliento. ¡Cómo había de sentirlos si al entrar por aquella puerta cada día, podía traer una idea nueva para corregir el error descubierto o ir adelante en el proyecto emprendido!

Lo bueno que estimáis en esta escuela es pues, de las sugerencias que me dio la Libertad. Su bendito recuerdo en estos momentos en que tantos pueblos la miran como faro de luz lejano en pesadilla de horribles sueños, aviva en mí el anhelo vehemente de verla dominar en todos los rincones de la tierra; de que siembren tantas escuelas como carros blindados y aviones hayan repartido la muerte; y de que los maestros de esas escuelas, capacitados para trazar sus propios planes, con fe en la bondad innata del ser humano, mantengan en sus normas de enseñanza el equilibrio de la razón y el sentimiento. Al espacio azul, donde minuto por minuto, van las llamas de las plegarias de los hombres de todas las creencias, dirijo mis últimas palabras con
súplica ferviente, que cada uno de vosotros en el afán de sus actividades, pueda ir más allá de lo que yo he ido, con el rostro acariciado por la brisa libre, siempre con la fe en el bien, mirando el mal como accidente pasajero de la vida; y sobre todo, sintiendo en las sienes la aureola de amor que yo recibo.

                                                                                          Enriqueta Compte y Riqué
                                                                                                                   
Fuente: Portal de Uruguay Educa

jueves, 18 de julio de 2013

El historiador Carlos Demasi repasó visión de 1830 sobre artiguismo



“Creo que no hubo realmente quien quisiera que Artigas estuviera cuando se juró la Constitución”, dijo el historiador Carlos Demasi, en De Diez a Doce. Si bien el período revolucionario artiguista es el comienzo de construcción de la nación, “en 1830 evocaba a destrucción, ruina y muerte", señaló.

En 1830, repasó Demasi, José Artigas recordaba el pasado que no se quería recordar. Lo que en aquel tiempo se llamaba “el teatro de la anarquía”. Ese era un sentimiento que estaba, no solo en la clase dirigente, también era la opinión de la gente común.

El historiador se manifestó descreído, además, de la veracidad de la frase que se le atribuye a Artigas para rechazar la invitación que se la había hecho para retornar. La misma frase, con las mismas palabras, aparece atribuida a un naturalista francés invitado a retornar por el gobierno de su país, señaló el investigador.

“O todos pensaban lo mismo de la tierra paraguaya, o había alguien que no se rompía mucho la cabeza e interpretaba sus deseos poniéndolos con esa frase”, comentó. No es una prueba ni una dirección ni en otra sobre los deseos de Artigas opinó, sobre ese texto de rechazo de la invitación; “es una construcción bastante dudosa”, afirmó Demasi.

Artigas supo de la Constitución sancionada en 1830, confirmó el investigador, pero puso en duda, también, que el procer haya pronunciado la frase “ya no tengo patria”, que suele atribuírsele. “Yo no sé cuándo dijo eso Artigas, quién se lo escuchó”, dijo Demasi.

Afirmaciones de Cristina Fernández sobre Artigas

Por otra parte, Demasi, cuestionó la veracidad de la existencia del testamento de Artigas al que la presidenta argentina, Cristina Fernández, ha aludido en un acto público. La frase con la que según Fernández comienza ese supuesto documento, “Yo, Gervasio Artigas, argentino, nacido en la Banda Oriental”, no es propia de la prosa que se conoce del prócer, opinó.

En el mismo sentido, apuntó el dato de que Artigas nunca utilizó el nombre “Gervasio” para firmar los documentos que produjo. El apelativo solo aparece en el anotación de su nacimiento, repasó.

Según la interpretación de Demasi, las menciones a Artigas de Fernández, “tiene que ver con la interna política argentina, estrictamente”. “Arriesgo la idea de que existe un establishment cultural histórico en Argentina al que Cristina intenta torpedear diciendo que hay otra versión de la historia, con documentos, por ejemplo ese testamento de Artigas”, dijo.


Entrevista al Prof. Carlos Demasi en Radio Uruguay, realizada el 18-VII-2013.

jueves, 4 de julio de 2013

Para reflexionar...


un artículo de Umberto Eco

¿En el alud de artículos sobre el matonismo en la escuela he leído un episodio que, dentro de la esfera de la violencia, no definiría precisamente al máximo de la impertinencia... pero que se trata, sin embargo, de una impertinencia significativa. Relataba que un estudiante, para provocar a un profesor, le había dicho: "Disculpe, pero en la época de Internet, usted, ¿para qué sirve?"  El estudiante decía una verdad a medias, que, entre otros, los mismos profesores dicen desde hace por lo menos veinte años, y es que antes la escuela debía transmitir por cierto formación pero sobre todo nociones, desde las tablas en la primaria, cuál era la capital de Madagascar en la escuela media hasta los hechos de la guerra de los treinta años en la secundaria. Con la aparición, no digo de Internet, sino de la televisión e incluso de la radio, y hasta con la del cine, gran parte de estas nociones empezaron a ser absorbidas por los niños en la esfera de la vida extraescolar.

De pequeño, mi padre no sabía que Hiroshima quedaba en Japón, que existía Guadalcanal, tenía una idea imprecisa de Dresde y sólo sabía de la India lo que había leído en Salgari. Yo, que soy de la época de la guerra, aprendí esas cosas de la radio y las noticias cotidianas, mientras que mis hijos han visto en la televisión los fiordos noruegos, el desierto de Gobi, cómo las abejas polinizan las flores, cómo era un Tyrannosaurus rex y finalmente un niño de hoy lo sabe todo sobre el ozono, sobre los koalas, sobre Irak y sobre Afganistán. Tal vez, un niño de hoy no sepa qué son exactamente las células madre, pero las ha escuchado nombrar, mientras que en mi época de eso no hablaba siquiera la profesora de ciencias naturales. Entonces, ¿de qué sirven hoy los profesores?

He dicho que el estudiante dijo una verdad a medias, porque ante todo un docente, además de informar, debe formar. Lo que hace que una clase sea una buena clase no es que se transmitan datos y datos, sino que se establezca un diálogo constante, una confrontación de opiniones, una discusión sobre lo que se aprende en la escuela y lo que viene de afuera. Es cierto que lo que ocurre en Irak lo dice la televisión, pero por qué algo ocurre siempre ahí, desde la época de la civilización mesopotámica, y no en Groenlandia, es algo que sólo lo puede decir la escuela. Y si alguien objetase que a veces también hay personas autorizadas en Porta a Porta (programa televisivo italiano de análisis de temas de actualidad), es la escuela quien debe discutir Porta a Porta. Los medios de difusión masivos informan sobre muchas cosas y también transmiten valores, pero la escuela debe saber discutir la manera en la que los transmiten, y evaluar el tono y la fuerza de argumentación de lo que aparecen en diarios, revistas y televisión. Y además, hace falta verificar la información que transmiten los medios: por ejemplo, ¿quién sino un docente puede corregir la pronunciación errónea del inglés que cada uno cree haber aprendido de la televisión?

Pero el estudiante no le estaba diciendo al profesor que ya no lo necesitaba porque ahora existían la radio y la televisión para decirle dónde está Tombuctú o lo que se discute sobre la fusión fría, es decir, no le estaba diciendo que su rol era cuestionado por discursos aislados, que circulan de manera casual y desordenado cada día en diversos medios –que sepamos mucho sobre Irak y poco sobre Siria depende de la buena o mala voluntad de Bush. El estudiante estaba diciéndole que hoy existe Internet, la Gran Madre de todas las enciclopedias, donde se puede encontrar Siria, la fusión fría, la guerra de los treinta años y la discusión infinita sobre el más alto de los números impares. Le estaba diciendo que la información que Internet pone a su disposición es inmensamente más amplia e incluso más profunda que aquella de la que dispone el profesor. Y omitía un punto importante: que Internet le dice "casi todo", salvo cómo buscar, filtrar, seleccionar, aceptar o rechazar toda esa información.

Almacenar nueva información, cuando se tiene buena memoria, es algo de lo que todo el mundo es capaz. Pero decidir qué es lo que vale la pena recordar y qué no es un arte sutil. Esa es la diferencia entre los que han cursado estudios regularmente (aunque sea mal) y los autodidactas (aunque sean geniales). El problema dramático es que por cierto a veces ni siquiera el profesor sabe enseñar el arte de la selección, al menos no en cada capítulo del saber. Pero por lo menos sabe que debería saberlo, y si no sabe dar instrucciones precisas sobre cómo seleccionar, por lo menos puede ofrecerse como ejemplo, mostrando a alguien que se esfuerza por comparar y juzgar cada vez todo aquello que Internet pone a su disposición. Y también puede poner cotidianamente en escena el intento de reorganizar sistemáticamente lo que Internet le transmite en orden alfabético, diciendo que existen Tamerlán y monocotiledóneas pero no la relación sistemática entre estas dos nociones. El sentido de esa relación sólo puede ofrecerlo la escuela, y si no sabe cómo tendrá que equiparse para hacerlo. Si no es así, las tres I de Internet, Inglés e Instrucción seguirán siendo solamente la primera parte de un rebuzno de asno que no asciende al cielo. 
(Traducción: Mirta Rosenberg) La Nacion/L’Espresso (Distributed by The New York Times Syndicate)

miércoles, 3 de julio de 2013

Volvemos en breve...



Amigos, en breve voy a retomar las tareas en este blog dedicado al mundo de la educación. La idea es subir materiales y recursos vinculados a la pedagogía y la didáctica de la Historia. De momento estoy ordenando y clasificando los materiales que he de subir. De más esta decir que me quedaría muy conforme si al menos pudiera lograr publicar algo que sea útil y provechoso para quienes se interesan por el mundo de la educación. Hasta dentro de muy poco.